Perfil de mujer

En mi adolescencia temprana me iba a la cama después de rezar y la parte más importante de mis oraciones era el ruego de que mis pechos crecieran, así de sencillas eran mis plegarias «por favor Dios que me crezcan los pechos», muchos años después viendo el musical A Chorus Line de Kirkwood Jr. y Dante en Broadway me dí cuenta de que no estaba sola en mi pedir adolescente ya que la misma réplica de mis oraciones pertenece a una réplica del musical, así que seguramente yo y unas cuantas otras chicas, quizá unos cientos o miles o un millón por aquí u otro por allá desde tiempos remotos hasta la actualidad hemos orado fervientemente por la misma causa, que en mi caso no fue escuchada y pasé los años de jovencita más plana que una puerta y mi vida se formó y acostumbró a ser una mujer-de-poco-pecho, así se sucedieron los años y ni el escote ni la copa del sujetador marcaron mi personalidad o mi capacidad intelectual.

Ahora muchos años después recibo una carta del servicio de salud con tremenda palabrota que me tiene sentada estudiándola, analizándola y sintiéndola con mi cabeza, con el corazón y con mi identidad de mujer: «mastectomía» que por definición de la Asociación Americana del Cáncer es el procedimiento en el que el cirujano extirpa todo el seno, incluyendo el pezón, la areola y la piel. Así de simple, además de los ganglios linfáticos en la axila. Leo mi sentencia, porque esta carta se lee con tono de sentencia, un fallo que me fue informado desde hace ya cinco meses y que unos días he guardado en el cajón, otros la acaricio amorosamente con las yemas de los dedos, otros cierro los ojos, evado y volteo para otro lado y otros tantos pienso mejor en el verano o me concentro en la lectura del momento.

Hoy he recibido la confirmación oficial y he tenido cita con la cirujano y su equipo, tres mujeres médicos altamente profesionales que me hicieron sentir en casa y que con una sonrisa en los labios y los ojos grandes, brillantes e inteligentes me hicieron saber que mi cuerpo será modificado y que todo saldrá bien. El tono de voz cálido y las palabras tibias me hacen olvidar los días de invierno, los meses de confinamiento por los efectos secundarios de las curas citostáticas y me lavan de la memoria la sensación desagradable de la pandemia que corroe al mundo en estos momentos.

He recibido toda la información oficial, médica y básica de lo que significa tremenda palabrota «Mastectomía», en mi caso la operación es la segunda fase del tratamiento de cáncer de mama y metástasis al que me he sometido desde el otoño pasado, seguido de esto vendrán 11 curas más de anticuerpos sumadas a las seis ya recibidas, 15 sesiones seguidas de radioterapia y una extraordinaria terapia hormonal de Tamoxifeno que durará al menos diez años, lo cual para mí se lee entre líneas como un pronóstico de miel y hojuelas ya que los médicos consideran que estaré merodeando por estos lares al menos un década más.

Cuando las curas de anticuerpos terminen y la rehabilitación por la operación se de por concluida espera mi equipo médico y principalmente yo que para entonces pueda empezar a reincorporarme a la vida laboral, a mi-vida laboral, regresar al trabajo y rutinas poco a poco retomando la vida, es entonces cuando recibiré la invitación para discutir las posibilidades de reconstrucción del-seno-que-se-fue. Las instituciones de salud ofrecen desde el momento de la operación una prótesis suave que se usa justo después de la cirugía y al poco tiempo el área de ortopedia y prótesis me dará cita para la preparación de «mi prótesis» (otra palabrota nueva para mi vocabulario diario) en donde tomarán medidas para la creación de una prótesis-de-seno hecha a la medida e inspirada en el seno sano que me quedará como recuerdo de los buenos tiempos. El primer año recibiré dos prótesis y después cada año me darán una nueva, la cual doy por hecho será modificada y adaptada a mi cuerpo, así el paso del tiempo, las carnes y la grasa que modificarán a mi seno sano se reflejarán también en las prótesis que irán envejeciendo conmigo.

La posibilidad de reconstrucción está en la agenda de los servicios médicos del estado, hay diversas posibilidades desde la extracción de tejido y grasa de mi propio cuerpo para re-crear el seno mutilado hasta soluciones más tipo-hollywood con silicones al más puro estilo Kardashians. Pero mi agenda personal, yo Lucía-51 años con una larga trayectoria de poco-pecho a pesar de mis ruegos de niña y mucho tiempo para reflexionar no encuentro espacio en mi agenda personal para una reconstrucción, para entrar y salir de quirófanos, para echar mano de cuchillo y de la grasa que graciosamente he venido acumulando en mi estómago para amasarla en un nuevo seno y coserlo en mi pecho.

Ahora sumaré a mi vida nuevas palabras, palabrotas como mas-tec-to-mía, palabras planas como cicatriz y palabras más prácticas y útiles como prótesis.

Hasta ahora y desde nunca mi vida no ha dependido de mi escote, mis senos no han formado mi personalidad y mi perfil de cuerpo completo no ha dictado mi pensar, el añadir a mi vida cotidiana una cicatriz justo en el lado izquierdo de mi pecho, como una ranura que imaginariamente pudiera dar acceso directo al corazón, me parece un paso natural de vida, he portado durante casi 16 años la cicatriz de la cesárea de urgencia que el nacimiento de Mia mi Mía me dejó, una rajada color rosa-violeta que sonríe en mi abdomen de este a oeste y que me recuerda que la vida se abre paso siempre. Ahora sumaré a mi vida nuevas palabras, palabrotas como mas-tec-to-mía, palabras planas como cicatriz y palabras más prácticas y útiles como prótesis. No será de palo, no será visible a la vista del ojo pelón, no será tema de discusión, pero será el resultado de mi propia mina-antipersona, éste cáncer de mama y su respectiva metástasis que me obligan a una mutilación del cuerpo, a una transformación física que veré cada mañana al despertar, cada mañana en la ducha, cada mañana al vestirme y cada noche cuando cansada me ponga la pijama para descansar, será un recordatorio constante de una etapa de vida, de un periodo de transición, de la época de curas, tratamientos y recuperación, del antes y del después, de la vida que fue y de la que será en ese momento, con una cicatriz más, cicatriz al pecho como medalla de héroe, cicatriz al pecho de una mujer que irá adhiriendo valor a la vida a pesar de modificar el cuerpo.

Aquí y ahora me siento profundamente tranquila de haber podido disfrutar de este cuerpo mío que tanta vida me ha dado y tanta vida me ha permitido dar, ahora es momento de dar gracias y decir adiós, este cuerpo mío está a punto de cambiar, en dos semanas entraré a un quirófano y los ganglios donde hubo una metástasis serán retirados, el tejido mamario donde hubo un tumor cancerígeno será retirado, el seno que en su momento fue seno de vida y leche de dulce para mis hijas será retirado, pero no se irán el placer que me permitió vivir durante años, no se irán los recuerdos, no se irá mi esencia, mi personalidad ni mi identidad; mi feminidad quedará intacta, mi perfil de mujer seguirá en su sitio, porque hasta ahora, no ha dependido nunca de mis senos, a mi seno izquierdo le doy las gracias, a mi prótesis le doy la bienvenida y a mi nueva vida la abrazo con una cicatriz más que estará aquí justo en el lado izquierdo del pecho, como una abertura simbólica, una ranura imaginaria de acceso directo al corazón.

Podcast en voz de la autora

4 comentarios

  1. Avatar de Gwenn-Aelle
    Gwenn-Aelle · marzo 19, 2020

    Te amo.

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  2. Avatar de carloscarbo
    carloscarbo · marzo 21, 2020

    Lindo, dulce, directo, fuerte, amargo, inteligente como siempre, perpetuo en mi mente! 😁 Te amo!!!

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