Una de las cientos de Ramonas

Ramona tiene cinco hijas, todas niñas, la más pequeña hay que amamantarla todavía pero Ramona está lejos. Las hijas de Ramona tienen las caritas redondas, blancas y con las chapas rojas muy marcadas, las hijas de Ramona van de los trece años a los apenas pocos meses, tienen las ropas raídas, muchas prendas unas encima de las otras, igual que Ramona. El frío se les pinta en esos cachetes rojos pero no les nubla las miradas de ojos café muy claro y el cabello casi rubio.

Ramona tiene cinco hijas que alimentar, que cuidar, pero ni las alimenta ni las cuida, Ramona está sentada en un banquito forrado de bolsas de plástico y de cartones a la entrada del supermercado en donde hacemos la compra semanal, nosotros salimos con nuestros doce litros de leche, el cartón de huevo, los muy variados paquetes de pan mientras Ramona está sentada en su banquito forrado de bolsas de plástico y cartones saludando a la gente que entra y sale del supermercado.

Ramona ha aprendido a decir “hola” y “adiós” en sueco, Ramona dice Mamá a las señoras y Papá a los señores que entran y salen del supermercado, les dice “Hola princesa” a las niñas y está ahí sentada con un vaso de papel en la mano esperando una limosna.

Y dar limosna nos tomó por sorpresa, a la sociedad sueca nos tomó desapercibidos, hace poco más de un año las calles de Suecia estaban limpias de mendigos, uno que otro indigente en las grandes ciudades y un puñado sin-hogar en parques y plazas, escoria social consecuencia de drogas y alcohol pero que los servicios sociales los tiene enlistados y controlados con subsidios de las comunas, pero pordioseros, lo que se llaman limosneros en espera de que la voluntad de dios les ayude, esos no estaban en las listas de los habitantes de las ciudades suecas.

Ahora cada puerta de supermercado tiene su pordiosero asignado, a cada entrada de iglesia y en la proximidad de los cajeros automáticos y a las salidas de los centros comerciales, todos están establecidos como resultado de una red de pedigüeños-organizados con base en Rumania que aprovechando los beneficios de la Unión Europea entran a los países escandinavos como trabajadores temporales con tan solo mostrar su documento de nacionalidad europea. Son de nacionalidad Rumana, pertenecen a la Unión Europea y son el pueblo Romaní, gitanos que como siempre siguen ocupando uno de los últimos escalones del escalafón social.

Ahora amparados por el libre tránsito de los países de la Unión se mueven libremente en las fronteras con Suecia y entran a “trabajar” durante tres meses a las puertas de los ricos para recibir unas cuantas monedas y unos restos de pan. Pasan más de diez horas sentados en sus banquillos provisionales, cero grados, menos cinco, menos diez, abrigos viejos, guantes rotos, un gorro encima de otro y encima de otro más, una falda y otra y otra, todos parecen gordos de la cantidad de trapos sobrepuestos, y ahí está Ramona con todas sus ropas una encima de otra, sentada en su banquito y con su vaso de papel en la mano saludando a cada persona que entra al supermercado, una sonrisa, eso tiene Ramona siempre en los labios, en su cara redonda y son los cachetes colorados de las heladas resistidas, una sonrisa para decirnos “Hej mamma” “Hej pappa” “Hej princessa” y enseña esa foto impresa a color que han pegado en un cartón donde la muestra cargando a su bebé y rodeada de sus cuatro hijas mayores en lo que se aprecia como el jardín de lo que será su casa en Rumania. Un paraje miserable con una casa de palos que al señalarlo con el dedo se pone la mano en el corazón, ese es su hogar, ese es el hogar de Ramona que tiene que pasar tres meses sentada en un banquito soportando las nevadas y las heladas, las heladas miradas de quienes no quieren ver que la miseria del mundo ha encontrado los caminos para llegar a los países ricos y ahora se nos sientan en la puerta de nuestros supermercados abarrotados de la comida que en gran parte terminará en los basureros porque los ricos se dan el lujo de desechar y de tirar mientras el resto nos observa a las puertas de nuestra propia miseria.

Suecia no estaba acostumbrada a los indigentes, nos tomaron por sorpresa, la gente de a pie no sabe qué hacer, las autoridades buscan caminos legítimos para que los Romaníes se queden en su país y que sea ahí donde reciban ayuda, pero la riqueza sueca es por demás atractiva y han encontrado las vías para aprovechar al máximo los tres meses de estancia legal para “trabajar” a la puerta de nuestra incomodidad. Ramona entra y sale de Suecia, después de tres meses se va a casa a ver a sus cinco hijas, se va a casa a dejar el poco dinero que ha ganado del mucho que ha recibido en su vaso de papel, porque Ramona no hace el negocio sola, ella trabaja para una red-organizada de indigentes, el gobierno sueco se ha dado a la tarea de investigar si hay tráfico-de-personas envuelto en esta red de indigentes que de manera sistemática y organizada siembra a una “Ramona” en un punto estratégico de la ciudad, la dejan ahí por la mañana y la recogen por la noche, viven en asentamientos miserables en caravanas de puertas de cartón y con un fuego al centro para mantener calientes a las decenas de personas de cada campamento. La ley sueca permite el libre asentamiento en los terrenos del reino mientras no sean propiedad privada, y éste reino está lleno de bosques y campos donde asentarse es legal y nadie les puede mover, están acampando, de manera miserable pero acampando, y están trabajando, de manera aún más miserable pero trabajando, salen del país una breve temporada y regresan a la siguiente temporada de tres meses. Una organización simple y básica, en una descripción de las autoridades suecas son “miserables que explotan a miserables” todos reciben su banquito, sus muchas prendas viejas y deshilachadas, todos reciben la foto oficial de la familia impresa a tamaño carta y enmarcada en cartón, todos reciben su vaso de papel y todos aprenden a saludar en sueco, hola princesa, hola mamá, hola papá. Y los suecos no sabemos qué hacer. Los de corazón de hielo dicen “no les den que se vayan a su casa” los del corazón blando dan unas monedas y miran preocupados a su alrededor esperando que la vecina o el colega no les haya visto. Otros dan ropa o compran una hogaza de pan. No se sabe qué hacer, los indigentes nos tomaron por sorpresa, hombre y mujeres, una Ramona aquí y otra allá, no mayores de cuarenta años, gente sana, robusta, fuerte sentada en el banquito de la miseria a las puertas de la incomodidad de la abundancia.

Ahí están, el invierno no los ha frenado, no hay viejos ni enfermos, no hay mutilados, no hay niños ni embarazadas, nadie carga a un hijo en brazos, todo está socialmente aceptado, de acuerdo a lo que Suecia puede sobrellevar en sus límites de tolerancia social.

Ahí está Ramona, se llama Ramona y siempre tiene una sonrisa en los ojos y calidez en los labios, le hemos dado bolsas de ropa para las hijas en Rumania y unos chales y abrigos que de otra manera se irían a los tambos oficiales de las organizaciones que donan la ropa a los países en guerra en África y medio oriente, pero ahora se la hemos dado a Ramona y Ramona es agradecida y nos besa la mano, y nos pregunta nuestros nombres y nos saluda con gusto desde su banquito, nuestra presencia le calienta la larga espera del día, Ramona en su banquito y su sonrisa.

Un poco de ayuda y se vuelcan en amabilidad y en agradecimiento y los ciudadanos suecos no sabemos muy bien que hacer, y la prensa nacional cubrió las portadas de periódicos y revistas con “la boda del año” una mujer en Gotemburgo que un buen día dijo hola al romaní sentado en su banquito a la puerta del supermercado y el hombre la miró con sus ojos café claro brillantes y una sonrisa cálida a pesar de la miseria y del frío, pasaron pocos meses, un intercambio de palabras, un café y más miradas para celebrarse la boda del año el-mendigo-y-la-sueca, porque los suecos no sabemos qué hacer.

Y me encrespa el no entender por qué los refugiados de guerra llegan a viviendas calientes y con comida servida en el plato y los gitanos viven en campamentos en el bosque, porqué los refugiados de guerra llegan a recibir pensión de sobrevivencia y los romanís reciben un banquito y un vaso de papel. Al final del día lo que veo son personas en situaciones de miseria, miseria de guerra y miseria humana pero con diferentes posiciones en el escalafón social y no lo acabo de comprender en mi mente por demás simplona y poco abstracta.

Apoyo y abro los brazos para recibir a los refugiados de guerra y que al menor tiempo posible logren integrarse a la sociedad sueca para que trabajen y encuentren la posibilidad de rehacer su vida y la de su familia lo más rápido y sencillo posible. Pero Ramona nunca recibirá esa posibilidad, ni un techo sobre la cabeza, ni una promesa de futuro, Ramona ha heredado la sangre de los marginados, de los perseguidos y de los abandonados por la sociedad civilizada y ha depositado en un vaso de papel y en un banquito la esperanza del futuro y de una vida mejor para sus hijas.

Ramona nos saluda con cariño cuando nos ve, nos besa la mano, nos abraza, nos llama por nuestros nombres, nos mira a los ojos y se le aguadan los ojos cuando nos ve llegar, yo la abrazo también, le tomo sus manos y toco la foto de sus hijas para abrazarlas a ellas también sin importar que un vecino o un colega me reconozca, nosotros también llegamos a éste país buscando un futuro mejor para nuestras hijas y todos hacemos lo que mejor sabemos hacer.

Ramona sabe sonreír con los ojos, con sus cachetes colorados por el frío y nos dice adiós con la mano cuando echamos a andar el coche.

Se llama Ramona y es una de las cientos de Ramonas que ahora está sentada a la puerta del supermercado donde se entrecruzan la miseria de los pobres y la miseria de los ricos, porque los indigentes tomaron a Suecia por sorpresa y los ciudadanos suecos no sabemos qué hacer, no hemos sido vacunados contra la miseria que nos mira a los ojos y nos sonríe en el umbral de nuestra puerta.

3 comentarios

  1. Avatar de Samuel Mendez
    Samuel Mendez · febrero 7, 2016

    Mi querida Lucy como siempre tu narrativa envolvente y adictiva me encanta. Por otro lado como lo manifiestas los suecos no saben que hacer en el caso de miseria explotando a miseria y simplemente es eso lastima por Suecia bienvenidos al ranking de los paises donde las mafias hacen dinero. En Mexico hasta se legalizan en supuestos sindicatos u ONG’s con todo tipo de fin desde politicos hasta econimicos claro para sus lideres obviamente. Ojala el gobierno sueco sepa reaccionar a tiempo antes de que esos tentaculos se infiltren mas en su sociedad.

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  2. Avatar de Pilar Lopez
    Pilar Lopez · marzo 20, 2016

    Y mientraz por acá nos acostumbramos a las mafias que reparten «Marías» en sus respectivas esquinas. Con el eterno bebé dormido a la espalda, atado en el rebozo haciendo de la miseria un negocio

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