18. Guadalupe una diestra secretaria del Seguro Social

Por el zaguán de hierro de la casa de Lago Valencia número doce entró una consola para tocar música, una consola con radio de amplitud modulada, frecuencia modulada y tocadiscos. La casa de Lago Valencia número doce se llenó de música como nunca antes, se escuchaba la radio y se tocaban discos gruesos de vinyl negro, lujos extraordinarios nunca antes pensados para la familia de José el carpintero donde la música se entonaba siempre a capela con las voces armónicas de las hermanas Sánchez. El sueldo de Guadalupe se alargaba y ensanchaba sin reservas, sumado al sueldo del padre José el carpintero que entregaría sus últimos años de trabajo a los talleres de carpintería de El Palacio de Hierro para ser jefe sobre los aprendices y artesanos, ebanistas y pintores que producían esos muebles clásicos que llenarían las salas y los salones de las casonas de Polanco, La Anzures, La Condesa, La del Valle y Las Lomas.

Después de la consola llegó la televisión, las puertas del zaguán se abrieron de par en par nuevamente para dar paso a la televisión, el mueble de la televisión, largo, pesado y macizo. El mueble de la televisión en blanco y negro era la consolidación del lujo en esa casa donde se contaron los centavos durante décadas y que ahora gracias al trabajo digno y bien remunerado de Guadalupe como una diestra secretaria del Seguro Social, Teresa como profesora de secundaria y David como ayudante en los talleres del Politécnico Nacional ya no había que voltear los veintes y estirar los billetes cuando llegaban los gastos.

En la sala de la casa entraron los sillones tipo imperio, un juego de dos sillones individuales y un sillón de dos plazas con decorados en madera cubierta de color dorado, telas rosadas de terciopelo y las patas torneadas en un perfecto trabajo de ebanista maestro. La mesa del comedor llegó con pompa y platillos también, ocho sillas robustas que se colocaban alrededor de esa mesa de madera cubierta con vidrio para evitar los rasguños y el maltrato.

Lámparas, cortinas, tapetes y alfombras, mesas camilla y manteles largos, cuadros con réplicas que rememoraban óleos de castillos europeos, cuadros de paisajes y figurines de porcelana en las mesas de la sala. La casa de Lago Valencia número 12 había dado un cambio radical, Guadalupe inyectaba el capital abundante de su sueldo para hacer de esa casa un hogar para su padre José el carpintero, su hermano David con sus ojos a media-luz y Teresa la menor de la estirpe. Una casa grande para cuatro personas que transitaban armónicamente en ese corredor con puerta a cada habitación, con esa fuente en el patio central que sustituía a la pila de agua y las macetas decoradas con pedacería de azulejos y espejuelos que brillaban al sol. 

La casa de Lago Valencia número doce relucía con su portón negro brillante, con la herrería recién pintada y con las ventanas de la sala que daban a la calle. La casa de la calle de Lago Valencia número doce florecía, brillaba y cobraba nueva vida.

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